El Regalo.

Hoy, al calor de tu abrazo que me inspira, quiero dedicar el tiempo preciso y justo para honrar los días que con tanta intensidad se han iluminado con tu compañía. 

Hoy, al despuntar el alba, tu frente a mi, con esa sonrisa en los labios y el temblor de emoción que me embarga, cuando tus manos acarician las mías y tus ojos brillan como llenos de la magia que anima la vida, quiero darte mi más preciado tesoro, la mayor fortuna que posee el ser humano y que, gracias a la luz divina que proviene de tu bella existencia, esa que me atraviesa y con calidas manos abraza mi corazón otorgándole el don del latido, parece, contra toda naturaleza, inagotable.

Cuando le robo instantes al crudo dueño del destino que nos acerca cada momento a la muerte, le dedico en tono triunfal esa victoria a tu compañía, porque alargar las horas para, al final orgulloso, poder verte me hace un viajero; un aventurero saltando de minuto en minuto para, al son de las taimadas manecillas, engañarnos y disfrutar la dulce mirada, la que quisiéramos tener en nuestra presencia eternamente. 

Cuando corriendo, acorto las distancias que nos separan para que la calma de estar juntos, supere con increíble encanto la satisfacción de estar solos, porque hemos decidido compartir nuestra soledad y sumar nuestros minutos a la vida del otro, y en esa gracia agradecer al señor de tan preciado recurso, porque al fin nos ha llegado el momento de compartir un rato de nuestra existencia con un ser que desprende luz, un ser que con el amor de su alma transparente transforma la vida; esos seres que al vibrar juntos alcanzan a acariciar la esencia ajena, en un refuerzo constante que resuena y se hace cada vez más fuerte y armónico. 

Ni todas las letras en forma de palabras escritas para tu deleite, podrían formular conjuro alguno para que la trampa que transcurre presurosa, detenga su conteo y aprecie lo bello que surge cada que uno de tus suspiros muere en mi boca, o cada que mis sentimientos me saltan por los ojos para yacer en tu mirada; sin embargo, si puedo otorgar mi ánimo y fuerza para que el tiempo juntos sea el más caluroso presente que alguien pudiera ofrecerte.  La verdad Carolina, es que no existe fórmula secreta en este escrito, la verdad es que su fin es desnudar mi alma que, cuan joya entrego adosada al tiempo que maravillosamente hemos compartido, para que en honor al brillo que se desprende de la fortuna de caminar juntos, de esa maravillosa energía poderosa que surge cada que nuestros corazones se tocan y laten al unísono, nazca una promesa eterna, una de la que la cruel trampa sienta envidia de habernos cruzado después de tanto trasegar.

Al escribir esto, siento mi alma en calma, sabiéndote a mi lado, teniendo la certeza de que estando cada uno en soledad, la presencia del otro es fuerte y constante. 

Estás no serán las últimas palabras de esta historia que cada segundo crece, más bien serán la promesa fuerte de que hoy, un mes después de haber recibido de tus labios la gracia de tu firme decisión, y tú incondicional compañía, la respuesta pueda repetirse con la mayor certeza y con el futuro dibujado en nuestras mentes, tomados de la mano, aferrados el uno al otro como rocas.



Te amo. 

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