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Miedo

Sus pasos se sintieron suaves, la sensación en mis oídos fue que carecían de firmeza; no era la muchacha grande y atlética que se reputaba como mi hermana, parecían huecos, vacíos, sin propósito. El temor se apropió de mí cuando, a pesar de su flagrante sonrisa, sus palabras no reflejaban ninguna alegría, las muletillas dominaron, los silencios resonaron estridentes en la soledad del cuarto; su mirada comenzó a desdibujarse y transformarse en una mueca ausente con más congoja que tranquilidad. Las respuestas se ausentaron, huyeron acompañadas de su coordinación y de esa elocuente forma de expresarse. El miedo más grande se cernió, cayó sobre mis hombros, como una pesada carga; desafortunadamente, esa carga fue un piano pendulando sobre nuestras cabezas durante algún tiempo, y ciegos no supimos mirar arriba para dar un paso y evadir su mortal trayectoria. Con el dios presente, el dios que se invoca temerosamente cuando no hay razón científica para creer en algo más, eché mano a fuerza

Extrañeza

A pesar de la rara sensación que se cierne sobre ti cuando la soledad es tu única compañía. A pesar de la sensación que recorre sin medida las profundidades de tu pensamiento, cuando el reflector abandona el escenario. En el instante preciso en que la atención ajena cambia de interés; cuando la grata compañía de la "s" mayúscula atiende pronta el vacío y la distancia. Cuando deseoso el pensamiento se aparta y evoca los preciosos momentos que de forma monumental fueron fraguados en el crisol de la grata duplicidad, justo ahí, en el instante en que las letras de su nombre se organizan espléndidamente para formar el "te necesito" que profundamente el alma pregona. Cuando la unidad ha dejado su intrínseca cualidad prima y se torna en múltiplo infinito de la anhelada compañía, y el arte del intelecto calcula la necesidad de su confidencia. Justo ahora ha llegado el momento en que el rubor captura las mejillas del miedo y, atenta, da paso a la gallardía del que sin

Una nueva esperanza

Los pasos se hicieron largos, la distancia palidecía frente a su ímpetu, sus sombras se tambalearon juntas al ritmo silente de la cómplice compañía, el sonido de sus pisadas compusieron melodías de compleja armonía. La armonía de la que les hablo va más allá de la correcta y anhelada sonoridad, parece que sus almas se conectaron, parece que el esquivo beso estuvo en la lengua de ambos a pesar de que no pudo huir de la prisión del miedo. Parece que el tierno abrazo que marcó el final y la luz que se reflejó en sus rostros fue la antesala de lo grandioso, lo inimaginable, lo que sueñan los sueños cuando esperanzados enaltecen sus anhelos para que la fuerza más allá de todo entone una sinfonía en su nombre. Las coincidencias no existen, dijeron sus labios carnosos, todo pasa por algo, respondieron sus ojos brillantes y presurosos. La esperanza crece en sus interiores como rumores, ensanchándose cómo la ola impulsada por los vientos alisios ; crece y retumba, se sincroniza al ritmo de lo

Desprecio

Cuando las luces se agolpan constantes, cuando el bullicio resonante y el brillo estridente que invita a la euforia ensordece, cuando la armonía abandona el sonido y da paso a la vaga y aturdida ausencia. En ese instante preciso en que el desprecio del desconocido, el asco del ajeno, la mirada despectiva de la belleza lejana que con altivez y sin razón alguna, juzga la presencia, la humanidad que a pocos metros se manifiesta pura; esa humanidad que con dulzura baja la guardia para que una vista atenta pueda vislumbrar la realidad que le envuelve. El brillante color de su cabello y la preciosa figura que se recorta contra el fondo reluciente cubierto por centelleantes colores, se opaca, se desfirgura, se destruye con la pretenciosa y egoísta mirada del que con celo, cuida sus pocas pertenencias, como si la belleza que la adorna fuera óbice para la nobleza. Como si la distancia que separa a los desconocidos no fuera suficiente blindaje para el anonimato. Armado con no mas que las mas

Vacío

Hoy,  al terminar un libro, al sentir que ese compañero fiel, presente, siempre sorprendente, después de todo se marcha, al llegar a ese punto sin apellido que le da paso al espacio blanco y sobrecogedor de la ausencia. En ese momento, en que despides tus amigos de batalla, tus compañeros de aventura, almas fantasmas con mas forma y vida que los remedos que andan absortos en el afán de conseguir;  combinaciones sonoras de letras que hablan de poder, de la maravilla que en cada párrafo deslumbra el pensamiento en escenas que humillarían a las más grandiosas obras del séptimo arte. Ahora, sintiendo el vacío que deja su partida, se encaja entre pecho y espalda la necesidad de darle poder a nuevas palabras, y habiendo guardado luto a través de este corto homenaje, saludo de buen grado las historias que volverán a asombrar y enamorar, pasando la hoja, hallando un nuevo punto, esta vez no huérfano, sino guardián. Cristo..

El último amor

La verdad se manifiesta sin medida y sin aforo; La verdad es que la femenina figura seguía presente en su retina; lo cierto es que con ingenuidad siguió pensando en su calurosa mirada y el amor que pacientemente le predicaban las dulces palabras que solo la voz de ella, sabía pronunciar, y que ajena su atención despreciaba , cuando inquieta se desviaba a otras latitudes. Es cierto que todavía el amor incondicional que ella le predicó es un presupuesto de sus sentimientos, porque solo ella ha despertado el ser vivo que habita esa fría corteza, solo ella, con su risa y sus palabras logró permear la dura roca que envolvía esa tierna presencia que a nadie nunca mostró. Sin embargo también es consciente, y consecuente; la decisión fue tomada y con frialdad se alejó. No midió el dolor que causó, sin embargo es primer testigo, fiel y corpóreo declarante, del fuego, que, fieramente, déboró su alma cuando sus labios, tensos, pronunciaron su declaración. No sé lamenta, no se acongoja, pero si

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