La razón.


La razón.


Cada que he escrito,  mis sentimientos queden plasmados sin que pueda saberse qué es el 

autor quien los siente; en esas historias, un ser humano cualquiera vive, llora, se inspira, 

ríe, suspira, sonríe, preso en un mundo limitado por una letra mayúscula y un punto final; un

origami de ideas finamente acomodadas para unos pocos  que ocasionalmente leen estas

líneas; silenciosas, ellas quieren iluminar la mente en brillantes y poderosos pensamientos

increíbles definidos por la perfección y la capacidad de maravillar y conmover fuertemente en

nuevas historias que se dibujen en el telón de fondo de la imaginación, en formas y colores

alineados para darle razón de ser a un nuevo pensamiento. 


Fue entonces cuando decidí escribir de nuevo, concentrar mi energía en sorprender con

luminosas frases a un ser que, más allá de cualquier razón y posibilidad hoy me llena de

orgullo y admiración, un ser cuya belleza deslumbró mis ojos, y sus virtudes tocaron

radiantemente mi alma. Nació esa sensación esquiva de la que todos hablan, de la que

eternamente la razón humana será cautiva, y generará la necesidad de compararla con

zafiros, rubíes o diamantes, siempre dándole el mayor valor posible. 


Orgulloso, como ya lo dije, he caminado tomado de su mano viendo de reojo como sus

lindas mejillas se ruborizan con mi compañía y sus pasos firmes que van a mi lado

admirables, testigos de una fuerza de carácter que hace brillar su figura, transforman mi

realidad con el vaivén de sus caderas, el calor latente en las palmas de mis manos y el

tierno sentimiento que florece cuando la fortuna me susurra al oído que aquella belleza me

eligió, qué no ha sido el azar lo que nos ha unido, sinó el destino acortando un hilo. 


Tengo claro que nada es eterno, y tampoco pretendo que esto lo sea, sin embargo quiero

esforzarme para que se sienta igual de afortunada de haberse encontrado conmigo. 


Quisiera tener el tiempo suficiente para encontrar la mejor forma de expresar aquella idea

única de la que su presencia forma parte, para transmitir sin demoras el sentimiento

inequívoco que brota por la fuerza de su cariño y recibo con brazos abiertos, llenos de

esperanza de un porvenir excepcional, construido con la fuerza conjunta de dos seres que

reescriben cada segundo las historias de sus vidas, con alegría y compañía mutua sin

olvidar nunca que el amor se construye. 


Ya la vida nos ha encontrado y por eso quiero honrarle con estas palabras. 


Todas estas palabras han sido meticulosamente escogidas, colocadas de una manera

especial, para conmover su mente, para ganar el favor de su mirada y enamorarla día a día.


Antes de terminar este escrito, que tiene como único destinatario; alguien que ha sabido

maravillar mi existencia con el resplandor de su mirada, quiero recordarle un poder ya

olvidado: la lectura atenta revela secretos; los sentimientos se esconden entre líneas.



Cristo....




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