El último amor

La verdad se manifiesta sin medida y sin aforo; La verdad es que la femenina figura seguía presente en su retina; lo cierto es que con ingenuidad siguió pensando en su calurosa mirada y el amor que pacientemente le predicaban las dulces palabras que solo la voz de ella, sabía pronunciar, y que ajena su atención despreciaba, cuando inquieta se desviaba a otras latitudes.

Es cierto que todavía el amor incondicional que ella le predicó es un presupuesto de sus sentimientos, porque solo ella ha despertado el ser vivo que habita esa fría corteza, solo ella, con su risa y sus palabras logró permear la dura roca que envolvía esa tierna presencia que a nadie nunca mostró.

Sin embargo también es consciente, y consecuente; la decisión fue tomada y con frialdad se alejó. No midió el dolor que causó, sin embargo es primer testigo, fiel y corpóreo declarante, del fuego, que, fieramente, déboró su alma cuando sus labios, tensos, pronunciaron su declaración.

No sé lamenta, no se acongoja, pero si se alegra que esa inquebrantable alma que se armó de paciencia y amor para comprenderlo ahora tenga un nuevo admirador, alguien justo y preciso para que haga feliz cada instante de su existencia.

Su alma está quebrada, como un arma usada en batalla; desafortunadamente no ha encontrado, y teme jamás encontrar el herrero que, a fuerza de paciencia y amor puro, pueda reforjar su alma en una nueva pieza útil, con mella pero sin daño, con historia, pero, sin reparo de volver a fundirse inquieta, para darle vida a la ilusión de un ajeno que pueda, cómo hizo el primer amor, darle sentido a su existencia.

Le agradece cada minuto, cada instante, cada caricia que le brindó y sabe, porque se lo propuso, que nunca saldrá de su vida y celebrará cada vez que el alma  de ella sea feliz. Porque eso quiso, eso quiere y eso querrá.

En memoria de su amor.

Cristo...

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